La prueba no era muy larga,
2000 metros, en Candelaria, Tenerife, organizado por el Club Náutico La Galera,
y que transcurría en un recorrido de boyas que se alejaba bastante de la costa.
Al acceder al recinto del club pudimos observar que se iba a tratar de otra
prueba con una buena organización por detrás, como de costumbre en estas islas,
donde los clubes se dejan la piel en organizar su prueba, y eso es de
agradecer. Pruebas con chip, gorros de calidad, detalle del evento, guardarropa,
baños, duchas, avituallamiento sólido y líquido...
Tras recoger el chip, una de
las organizadoras vino a hablar con nosotros, pues a demás de ser los únicos asturianos
allí congregados nos habíamos cruzado varios emails.
Hubo un cambio en el
circuito, pues el mar estaba en malas condiciones y mejor modificarlo para que
la prueba pudiera transcurrir con unas garantías y calidad aceptables. El nuevo
circuito no se alejaba tanto de la costa, haciendo un semi-rectángulo muy
bonito, pues la parte final transcurriría paralelo a la costa ante la mirada
del público.
Una vez finalizada la prueba
de menores comenzó el periodo de calentamiento de la prueba de adultos. Me
decido lanzar a probar el agua y poder aclimatarme para no sufrir ninguna
sorpresa tras la salida. Ese mar asusta, se ve todo con un azul oscuro, muy
oscuro, de fondo con muchísimo calado por aquella costa. Es una sensación como
si estuvieras nadando en el abismo, y ves todo con tanta claridad que nada más
tirarme al agua me dieron ganas de salir del miedo que me invadía el cuerpo. No
estoy acostumbrado a esto, pero a la vez me impresiona como cuando un crío
descubre algo nuevo en su niñez. No podía parar de mirar a todos lados, rocas,
piedras, nadadores, peces,.... todo impresiona y más con la nitidez con que se
ve todo. Alucinando del momento hasta que toco un bicho gelatinoso de un tamaño
considerable, pensé "una medusa", pero por no fastidiar la prueba me
alejé sin mirar atrás, si fuera un bicho ya lo pillaría a la vuelta, o los
primeros ya me lo apartarían :-P
Cuando acabó el periodo de
calentamiento nos volvieron a tirar al agua, la salida sería a remojo. Un
tumulto de 125 nadadores nos agrupamos en la salida del puerto. Pensé, ahora no
hay marcha atrás, vamos a disfrutar. Tras unas indicaciones de la lancha que
daba la salida, nos lanzamos a por la primera boya. Los golpes,
adelantamientos, cierres se producían sin cesar, pero siempre con mucho
respeto, sin la típica violencia de golpes a los que estoy acostumbrado a
sufrir en las pruebas en las que participo, aquí la gente está hecha de otra
pasta. El oleaje lo teníamos en contra hasta llegar a la segunda boya, lo que
complicaba mucho la natación, pero la temperatura del agua (23 grados) y el
ambientazo que había hacía que el esfuerzo bien mereciera la pena.
Tras el primer giro importante
observo que la tercera boya está lejos, tan lejos que casi no la veo, así que
me decanto por nadar junto al resto del grupo en el que me encontraba, el cual
se notaba como luchaban en cada brazada que daban. Mi mayor temor era encontrar
un banco de medusas, pues en El Hierro hacía una semana me habían picado
bastantes en el tramo final, y por lo que escuché en la salida de 18 km estaba
infestado de ellas, pero lo más que encontré fue un chip flotando, el cual di
la vuelta para recoger, pues tenemos que cuidar nuestro mar de no ensuciarlo
:-)
Una vez localicé la tercera
boya me lancé a ella como alma que lleva el diablo, y a medida que me acercaba
pude comprobar cómo nadadores que estaban siguiendo mi rebufo me comenzaban a
adelantar, aunque no se lo podría nada fácil, que no quiero que me dejen
solo!!!!
La cuarta boya estaba lejos,
no tanto como las anteriores, pero al ser de menor tamaño se veía mal. Esa fue
mi ventaja, pues el resto de nadadores no se orientaban bien y yo seguí
el camino más corto, la línea recta.
Tras dar la vuelta a la
última boya, pegada a la iglesia/convento del pueblo, espectacular por cierto,
me encuentro con un problema, no veo la entrada al puerto para afrontar la
llegada, no se dónde estoy y el grupo de delante con el que estoy yendo se va
contra el espigón. Decido seguir a un nadador solitario con la esperanza que
conociera el terreno. Tras un buen rato nadando tras este me doy cuenta de que
tampoco tiene muy claro por dónde ir, pero no quiero encontrarme solo en esa zona,
no quiero sufrir ningún susto de última hora, mi vuelo sale en 3 horas y no me
la puedo jugar. Al grupo de delante los tienen que ir a buscar en lancha para
que volvieran a recuperar la dirección correcta, contra el espigón puede que
corran peligro, mal rollito... Comienzo a notar cómo me pican las medusas,
joder, lo que me temía. Me pican en el abdomen, en un costado, en los dos
brazos, y yo sigo lanzando brazadas para que no me toquen la cara, pero no soy
capaz de ver dónde están, los pies y brazadas de mi compañero sólo me dejan ver
burbujas al azotar el agua, pero debe de haber muchas, el cuerpo de pica a
horrores.
Tras unos 700 metros de
natación consigo distinguir la entrada a meta, alivio, el fondo ya deja de ser
azul oscuro a pasar a color roca volcánica, ya veo por dónde voy nadando, pero
aún tengo que salir, y Sonia está detrás posiblemente nadando entre el banco de
medusas, comienzo a pasarlo realmente mal.
Llego a la meta y, aun con las
indicaciones para ir al avituallamiento, no me muevo del arco de meta hasta que
llegue Sonia.
Veo llegar a Carolina Vigo
con una sonrisa en la cara que me tranquiliza, quizás no hayan topado medusas.
Justo detrás aparece Sonia y mi corazón deja de latir frenéticamente, ya está
en tierra. Por lo visto estaba plagado de medusas, me contaba Sonia, muy
pequeñas, pero al encontrarse nadando sola pudo verlas. Me las describió con
detalle, y me alegré de ir detrás de un nadador, hubiera entrado en barrena
mental :-\
Podio para Sonia y Carolina,
terceras en sus respectivas categorías, enhorabuena chicas, da gusto veros
sonreir con la medalla colgando del cuello.
La charanga que apareció por
allí y la fiesta que tenían montada, previa a la comilona que había para
participantes allí en las instalaciones del club, bien nos pesó perdérnosla,
pero en un par de horas nos salía el vuelo, y ya habíamos consumido demasiado
tiempo en la entrega de premios. Desde luego que merece la pena asistir a esta
travesía, una organización de 10, gente acogedora y agradable, un ambientazo
como pocos he visto, unas condiciones inmejorables para el evento, y un fin de
vacaciones que cundieron más de lo que esperaba. Eso si, el viaje de vuelta con
el picor de las medusas bien me hizo recordar el evento hasta el día
siguiente!!!!!!!!
Volveré, sin lugar a dudas.
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